Me gusta imaginarte en la rutina,
así mi cerebro no me reprende
y mi corazón se toma un respiro.
Son situaciones, normales, cotidianas;
imaginarte en un día lluvioso
en el refugio de tu hogar,
viendo de reojo el telediario del mediodía
mientras la comida se enfría en la mesa.
Tú, apoyado en el marco de la puerta,
con los hombros en diagonal
y los brazos cruzados.
Una realidad ensimismada,
sin momentos de pasión, ni deseo;
una realidad simple, y no agitada
Pero mía y tuya, Al fin.
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