13 jun 2015

Albornoz rojo.

Tras la lluvia ha refrescado y he podido sacar el albornoz rojo.
Me parece que es tal cual como una prenda debería quedar, con la caída exacta, con la comodidad perfecta, con la textura adecuada. Aunque no pueda describirse más allá de esas vagas palabras.

Las luces titilan en la distancia, tan terrenales que parecen divinas.

El dibujo borroso de mi contorno en el cristal juguetea perezoso, las lineas rectas del batín contra las curvas de mis piernas. Al final mis pies en un puntillas. Por un momento pienso que los pies son extremadamente hermosos justo por eso; se contorsionan en curvas y rectas, soportan el peso, están hechos a su función. Tienen callos, son feos, con dedos regordetes. Podemos ver los huesos aparecer tras sus esfuerzos, podemos ver la estructura asomándose a la piel y besarla como si fuésemos mármol bajo las manos de un dedicado escultor. Tienen movimiento en su propia forma, dinámicos, son el fin de la figura, capaces de transformarla por entero.
Son extremadamente hermosos porque son terriblemente humanos. Lo complicado hecho simple, la función hecha hueso y carne.

Juego con ellos en la soledad de mi cuarto que ya está acostumbrado a mis dos o tres pasos de baile desacompasados. Mi cuarto parece cambiado. No sonríe, pero ya no llora. Le he cubierto muchas cicatrices, hemos hecho de ellas algo bonito, hemos intentado que si esto no puede ser un hogar pueda ser un "refugio".

Hoy he visto una película de cocina, me recuerdan a mi madre, me gustan. Sobra decir que soy una sentimental, las probabilidades de lagrimones son altas, y esta no es excepción. "Queríamos decirte Hortense, que te queremos tal y como eres, que te echaremos de menos, y que no te olvidaremos."


Todas estas cosas hacen mi rutina de café de la que tú no eres consciente ni partícipe, aunque me gustaría regalártela también. La sombra de mis clavículas me recuerdan a ti, mi pelo revuelto, libre, también.

Tengo pájaros que aletean en el estómago, que me hablan de ti. Quiero regalarte la luz de los bosques al amanecer, la niebla y el frío. Quiero regalarte las sábanas para que te protejas del fresco y estar allí contigo.