11 abr 2017

Trust.

- Otra taza, cariño?
- Eres un cielo, te lo he dicho ya?
- tres veces hoy.
Y ella sonríe y vuelve a la pantalla. El brillo azul de la pantalla y la luz amarillenta del flexo recortan sus facciones a trozos. Una corriente expresionista congelada en un momento de rutina apacible.
La taza de café choca suavemente contra la mesa, pero a las dos de la mañana todos los sonidos son afilados, como chasquidos, parecen roturas en el espacio-tiempo. La mano que deja la taza caliente ahora se pasea por la nuca de la mujer que ha dejado de teclear.
- Que tal vas
- hmm...
- Haciendo lo que mejor se te da, eh?
- ¿Procrastinar?
- Sacar cosas de la nada y que parezca que sepas de lo que estás hablando.
- Perdona, pero por si no lo sabías soy una eminencia en... - los ojos de ella vuelan por la pantalla, un momento, de que era el trabajo?- Joder. Ya he perdido el hilo.
- Lo siento. - Pero la disculpa no significa mucho si a la vez se ríe entre dientes.
- No. No; tranquilo, gracias. - sus dedos expertos vuelven a recoger los mechones rebeldes detrás de la oreja.- ¿Cuantas horas para la fecha límite?
- Cinco y media.- Ella asiente y repasa poco a poco los últimos párrafos para continuar. Él hace ademán de irse con las dos tazas ahora vacías que se había quedado huerfanas en la mesa. - ¿Cuanto te queda?
- Hmm... Poco.
- Lo crees o lo sabes?
- Lo prometo.

Y lo prometido es deuda, y cuando dentro de unas hora ella se ha quedado dormida sobre la mesa, él vuelve.
- Ey, despierta, - Unas mariposas baten las alas. A las cinco de la mañana y con las telarañas del sueño  aun encima de los ojos aquella mujer parecía salida del reino de Órfeo, Entera y parte por parte.- ¿Entregado?
Ella asiente incorporandose y frotándose los ojos. Él sonríe y la lleva a la cama de la mano.