21 ene 2013

Alas para plumas, y viceversa

Hola ruiseñor, Dónde me llevas? A quien cantas? Dónde vas?
Adios ruiseñor. Nos veremos pronto.

Te atraparé al vuelo, y me aprenderé tu canción, te dejaré marchar con una de tus plumas esperando entre mis manos.
Me la llevaré y la pondré con mi colección.

Un día volaré alto y escuchareís una nueva canción.
Sinfonía.

Hasta entonces ruiseñor, adios.

Más allá de la linea del horizonte.

Ella recorría la calle, de la cual solo una acera le es familiar.
Mira hacia el cielo y antes de ver como empieza anochecer, su mirada se para en las farolas; altas y paralelas.
La verdadera línea del horizonte; su luz amarillenta de recien encendida separa el cielo del suelo, contrasta con el azul aun más intenso que oscuro, y lo separa de la sucia realidad.

Va a hacer lo de siempre, lo que le han mandado o lo que le toca. Ella aun es joven y no lo sabe, o quizás lo empieza a sospechar;
que de esas paredes quejumbrosas saldrán sus queridos recuerdos en la madurez:
de como caminaba siguiendo las lineas del pavimento, fijándose siempre en aquel parquímetro, o en aquella  pared de ladrillos apilados con juntas ya enegrecidas...
Gestos de una rutina que algun día tendrá que cambiar, para pasar a ser un recuerdo de aquellos días en los que bajaba a comprar, mientras la noche caía ya en la calle.

Y quizás se acuerde de un día cualquiera,
o quizás el destino (o la mala memoria) quiera que se acuerde justamente de hoy, la tarde que entre paso y paso, se paró a pensar lo bonitas que son, las farolas de su ciudad.




Con gli occhi forse stanchi
e coi capelli bianchi
ci sarà tempo per quest'anima