31 ago 2014

Míseras horas

No quiero irme a dormir, aunque tengo sueño.
Pero, pero, es que no te tengo al alcance de la mano.
Es raro, estás… ¿lejos?… ¿estás?

Quiero seguir hablando, pero no me suena
no suena.
Luz, tinta, garabatos digitales.

Quiero que los sueños esos que "invocamos"
como ordenes a nuestros futuros yo
suenen mientras dibujo espirales en tu espalda

Sacarte la complicidad a mordiscos y sonrisas
hacernos un hueco, en mantas y sal
llamarlo comodidad.

Llámame ilusa, niña,
estúpida, musa, zorzalilla,
Llámame por mi nombre,
todas las veces que quieras

A mi oído, a mi ombligo, a mi boca
Pero llámame
a menos de un metro
de una centésima
de distancia.






28 ago 2014

En verdad, somos insoportables.

"Joder, que complicado es el amor. "
Parece escupir las palabras. Parece escupir el vapor del whisky que se ha metido demasiado rápido en la boca. También parece otras cosas. Ahí sentado, como si nada importase. Como si no lo hubiese confundido con una chica hacía escasos minutos, como si no lo hubiese confundido con mi ex, como si me conociese de siempre o no importase que no nos conociéramos de nada.
Demasiado acostumbrado a sentirse comodo. Demasiado cómodo consigo mismo.

"Primero todo es de puta madre. Que que bonito, que que guapa, que los escalofríos, la risa tonta, el arreglarse. Pobres desgraciados. No sirve de nada. Y a joderse." Se hace extraño que palabras de ese calibre salgan de un cuerpo tan pequeño. No es que sea un niño pero aun así es delgado, mucho, te hace preguntarte si no esta demasiado delgado.  El pelo, lacio, de un castaño claro que no llega a rubio, le cae sobre la cara, casi desordenado. Casi. Como un niño bueno que ha intentado desobedecer a su madre pero al final no se ha atrevido. Todo él, enfundado en pitillos y una chupa de cuero. Casi ridículo. Casi femenino. Pero no.

Y se desenvuelve con soltura. Y cierta indecencia.

"No sirve de nada. Porque no nos ven. Y nos contentamos con eso de querer en la distancia. Otra mierda. No se puede sobrevivir con migajas de pan. Pero nos convencemos. Somos los putos amos en convencernos de que algo que nos gusta no nos hace daño. De que no nos está matando. ¿No crees?" De repente busca mi aprobación, atravesándome con la mirada, con esa que ha atravesando todos los objetos de la sala de un modo errático durante su "discurso". Yo cojo aire sin saber como expulsarlo después. No sé que decir, no sé que estaba diciendo él.

Primero se me fue la vista a las piernas de infarto que se gastaba la rubia justo detrás, luego a los labios de la morena que la atendía tras la barra. Juraría que ella me pilló mirando y me devolvió el gesto curvando la boca en una pícara sonrisa, de esas que dicen "No tienes ninguna oportunidad chaval, aunque no estés mal." Luego Me di cuenta en como se parecía su cuello, una ligera curva, al cuello del chico que tenía sentado enfrente. De ahí pasé a su mandíbula, la línea que se fundía con la oreja escondida entre los mechones de ese cabello demasiado fino, como él. Y Luego me buscó con esa mirada. Y ahora… ¿De que estábamos hablando, joder? Pero cuando le miro el rato suficiente, él continúa su discurso.

"No podemos sobrevivir con poco, tampoco con nada. Y al final acabamos pillándonos otra vez, de quien sea. Intentamos hacer las cosas bien, no pedir demasiado, ajustarnos. Aprendemos a pedir lo justo. Pero no hay forma. Nunca sale bien. Solo queda enfadarnos con nosotros mismos. Enfadarse bien. De esas noches que luego no recuerdas nada excepto los primeros quince chupitos. Porque no aprendemos, porque no sabemos, y porque somos culo de mal asiento, y cobardes. Una mala combinación, siempre quejándonos. En verdad, somos insoportables."

16 ago 2014

Vamos a no decírselo a nadie. A nadie.
Pero hay noches en que tengo miedo,
en que solo quiero estar contigo.

¿Y a quien se lo digo?
A nadie.


14 ago 2014

Hoy quería escribir sobre mi,
sobre como vi a una mujer de negro en el espejo, que se desnudó.
Una mujer desnuda y con joyas que me devolvía la mirada, triunfal.

Quería hablarte después de las joyas que cayeron al suelo,
de la camiseta que resbaló por su cuerpo, casi transparente casi aire.
El pelo cedió a la coleta, y quedó una chica, que miraba con ojos abiertos,
divertidos, el aro pirata en su oreja.

De verdad que quería hablarte de como el maquillaje se deshizo entre algodones,
de la rutina que se apareció y la consciencia que reconoció aquel cuerpo
al fin, como propio.

Pero escuché de nuevo esa canción que me trae sabor a ti,
a días de lluvia, a dulces, a mantas suaves.
Y no pude.

4 ago 2014

Donde, donde, donde…


1 ago 2014

Para más tarde.

Tenemos un problema.
Tenemos un grave problema.
Y tu no sabes de ello.
Yo tampoco sé mucho.

Por no decir que no se nada.

Pero desde hace un tiempo las cosas ya no son como eran.
(quizás es que antes no sabían como eran las cosas.)

Pero ahora me dan miedo los precipicios.
Ahora me da miedo asomarme
Pero creo que me da más miedo que te asomes tú.

Y lo que más miedo me da es lo que opines de que tenga miedo de que tú te asomes.

No haré nada. No haría nada.
Si hiciese falta te vería caer.
Dejando que un grito me rompiera, dejando que un sollozo arrancase lo que queda de mi después de lo que te llevas.
Pero no, no haría nada. Quiero que lo sepas.
Porque eres tú el que se asoma al precipicio y conozco la diferencia.

Pero también quiero que sepas, eso
que soy consciente de ti,
de tu persona
que me importas.
Aunque creo que eso te puede asustar.

Así que no importa,
lo dejaremos para más tarde,
si hay más tarde,
aunque espero que haya más tarde.