1 mar 2012

Pensamiento Febril

Quiero irme, nunca quise venir.

¿Huir? No quiero admitirlo pero ahora es una buena perspectiva. Sí, adios orgullo, quiero huir, pesas demasiado como para llevarte conmigo.

Este infierno no es una alternativa ni plausible ni soportable.
Se me seca la boca al pensar en venir. Me duele la garganta, me impide respirar. Me duele el pecho, mi corazon quiere huir por su cuenta, incluso si eso incluye tener que estallar.

¿A donde ir?
Hay muchos pueblos que quedan cerca, pero esta ciudad es muy grande y no se como salir.


Me muevo, por no quedarme quieta y notar como las paredes se ciernen sobre mí. Veo la pared de hormigón al final de mi camino, al girar los barrotes de hierro se interponen entre mi brazo y el vacio. Huyo y el suelo se desace bajo mis pies, tan solo arena que fluye con la gravedad.

Corro, sin aire.
Corro, sin fuerzas.
Corro, sin mí.
Y caigo, caigo y caigo...

Y despierto.
Aun sigo encerrada.

Quiero Irme; pero es que, de hecho,
Nunca quise venir.





No hay comentarios

Publicar un comentario