9 jul 2013

El paso.

"Quedarse con lo bueno,
Que manida queda la frase. (Y como siempre que maldita gran verdad.)"



De pequeña vivía asustada, pero (Como esto no es un concurso de autocompasión diré que) llegado el momento me cansé de vivir asustada. Me sabía débil, aunque es una cosa que no suela decir a menudo, pero no es tan terrible como suena.
Yo sé que tengo valor. Por ejemplo, tengo visión, se que las cosas están mal, que hay que cambiarlas. Pero yo no me siento capaz, las grandes cosas no tienen porque pasarme a mí y, nadie sabe mejor que yo lo mal que nos llevamos la frustración y yo (eh, vieja amiga?). Pero creo que tengo el valor de dar mi fuerza a aquellos que si que pueden cambiar las cosas, porque de verdad conozco a grandes personas.

Pero después de una larga conversación, llena en si misma de frustración, una conversación en que las ansias de hacerme comprender transcendieron la necesidad de guardar este secreto, dije todo esto en voz alta. La reacción de la otra persona me frustró aun más, insistía en que me infravaloraba.

Y me di cuenta después de algo. Aunque ha tenido que ser mucho después.


Yo tenía razón, no me infravaloraba: si pensaba así, tenía ese valor. Pero realmente me di cuenta de que tan solo era un (pobre) mecanismo para no tener que lidiar con toda esa frustración, y porque no decirlo, con todo ese miedo que aun llevaba dentro. Miedo de caer, de fallar, de ser de verdad Débil.
Había disfrazado mi miedo con una incapacidad que parecía real por vestir de "verdad incómoda que nadie admitiría y por tanto si se dice ha de ser forzosamente una verdad" y que me hacía parecer una persona medianamente "fuerte" por admitir mis limitaciones.
Afortunadamente este curso (diga lo que diga la gente) me ha servido de mucho por conocer a autores como Manuel Castells, Niestzche o Platón. Bueno y Ortega un poco también. Pero lo que iba a decir es que se me había olvidado que una persona realmente es débil, impotente, cuando se convence a si mismo de que no puede hacer nada al respecto, de que fracasará haga lo que haga. Se me había olvidado que el fracaso sirve para algo y que si la gente se arriesga es para algo.
Si pierdo, significa que ese no es el camino, pero que hay doscientosmil más que probar y algún otro más se me ocurrirá; y si gano... Bueno, sería Ganar. Se me había olvidado que con el método de ensayo y error se salvaron muchas vidas.

Así que he decido dar un paso, y otro más, porque él también tenía razón, me infravaloraba por creer que mi presente sería mi futuro; estaba estancada y ha llegado el momento de moverse, vamos a dar un paso. Vamos a arriesgarnos.
Por que si fallamos volveremos a intentarlo de otra manera, y si lo conseguimos... Lo habremos conseguido.
Y si al final de la vida no he conseguido nada... Bueno pues entonces ya veremos, porque hasta entonces hay mucho tiempo si tenemos suerte, y no hay que adelantar acontecimientos. Pero si llegado un momento, el momento final, no he conseguido lo que quería, no lo he encontrado a pesar de intentarlo por todos los caminos que he podido escoger,
si lo he intentado todo cono todo mi ser,
quizás no consiga lo que venía buscando, el cambio,
pero quizás justamente eso me haga Fuerte,
y ¿No es, después de todo, lo que venía buscando desde un principio?

Así que gracias a  mi madre por sus consejos,
a Pablo por sus conversaciones,
a Míriam por prestarme su cámara,
y al gobierno de España 
por no haber quitado (aun) la filosofía como materia obligatoria,
(no lo hagan, sería un grave error, nos estancaríamos,
aunque claro, si eso es lo que quieren...)

Movámonos.
Paso firme, no nos puede esperar nada peor,
y hasta los errores,
nos hacen estar más cerca de nuestros objetivos.

No hay comentarios

Publicar un comentario