25 abr 2013

De no tenerte entre sábanas.

La cabeza le daba vueltas sobre los hombros,
notaba los pies frios, la nuca mojada.
¿Qué había pasado?
¿Dónde estaba?
No podía soportar la habitación así, con la luz apagada.
Algo dentro quiso levantarse y correr
pero el sistema aun estaba dormido,
una conciencia rápida encerrada en un lento despertar.

Poco a poco levantó la mano, encendió la lampara,
no había nada allí.

No, ya no estaban las callejuelas mal iluminadas,
ni el autobús renqueante,
ni la puerta de madera, casi desvencijada.
No estaba aquel hombre que, siniestro, la había perseguido lentamente,
hasta hacerla gritar.
Lejos quedaba ya esa risa nerviosa de quien escapa por poco de la adversidad,
también la cara blanca de su acompañante al descubrir
los repentinos repiqueteos del mal en la mirilla.

Poco a poco se encogió en la cama,
no habia nada allí.


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