5 may 2013

Sínfonia de Mayo.

La batuta tembló en su mano,
Un escalofrío corrió descontrolado a lo largo de su columna vertebral.
Sí, descontrolado...
Un momento, en un momento solo se había perdido en una respiración,
una nube, un ángel, el vaho que se escapa,
ese frío contra calor.

Un torbellino de imágenes se arremolinó a su al rededor de vuelta al instante,
a la realidad,
y se encontró frente a un mar de materia oscura, ligera, volátil,
a punto de estallar,
y un escalofrío le recorrió la espalda.

En el público solo algunos se dieron cuenta,
aquellos que conocian la pieza, o al director, o a la banda;
aquellos ingenuos hipócritas que llenaban un asiento solo por estar, siguieron sonriendo.
Pero otros fruncieron el ceño,
¿Que pasa que, la música sigue sonando, pero, de una manera distorsionada, casi fantasmal?
Las notas se agolpan con un paso primero miedoso y luego acelerado.

El director ha perdido el control,
se ha perdido en la pieza y a si mismo,
y los músicos le miran azorados, "¡Encuentrate, Encuentrate ya!"
Y él esta demasiado triste, demasiado cansado,
cierra los ojos, el instante anterior a conectar; de nuevo.



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