29 jul 2014

Un mundo sin el número tres.

Me encanta la belleza del continuo movimiento, a pesar de que sepa que no existe (Oh, maldito rozamiento.) Pero eso me ha llevado a preguntarle a mi hermano (en uno de esos momentos de complicidad absurda.) "¿Te imaginas que llegamos a crear un material al que no le afecte el rozamiento? ¿O que el rozamiento no exista?" Mi hermano se me ha quedado mirando. Parecía decir "Querida hermana, ¿NO VES QUE NO PUEDO EXPLICARTE LOS FUNDAMENTOS DE LA FÍSICA EN UNOS MINUTOS ANTES DE IRME A DORMIR?" Pero sin embargo ha suspirado (El pobre me conoce ya.) y ha dicho que no, que no se lo imaginaba. Y yo sí. "Es como imaginarse que el numero tres no existe" me dice después. "Bueno, yo puedo imaginármelo!" Le respondo. Nos enzarzamos en una ligera, pequeña y corta discusión sobre un documental que mi hermano finalmente cierra con: "Es que eres de letras. Sois muy impresionables. Os dejáis seducir por la metafísica."
Apaga la luz de su habitación. Yo vuelvo a la mía.
Pero yo puedo seguir imaginándome un mundo sin rozamiento.

Y sin el número tres.



No hay comentarios

Publicar un comentario